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La factura sanitaria de los contaminantes: 31.000 millones de euros al año en Europa

La factura sanitaria de los contaminantes: 31.000 millones de euros al año en Europa

Europa podría ahorrarse 31.000 millones de euros al año reduciendo la exposición a las sustancias químicas que alteran el equilibrio hormonal humano

Muchas veces se alega que el que haya gente que enferme o muera por la creciente contaminación química de nuestro entorno es un precio «aceptable» que pagar en aras del «progreso». Y quienes anteponen el dinero a la salud parecieran justificarse así. Sin embargo, lo que puede estar pasando, más bien, es que no se han hecho bien las cuentas. Porque cuando las cuentas se hacen la realidad que los números nos muestran no es tan halagüeña.

Según el documento presentado por HEAL (Health and Environment Alliance) y encargado a expertos de universidades británicas, Europa podría ahorrarse 31.000 millones de euros al año reduciendo la exposición a las sustancias químicas que alteran el equilibrio hormonal humano (los disruptores endocrinos o EDCs por sus siglas en inglés). Sustancias químicas que están presentes en alimentos, agua, cosméticos, plásticos… Solo en España la reducción de ése problema representaría casi 3000 millones de euros de ahorro anual (2.900 millones).

HEAL es una relevante organización europea encargada de los efectos del deterioro ambiental sobre la salud que cuenta con el apoyo de 65 organizaciones miembros y en la que se encuentran representados científicos, profesionales sanitarios, asociaciones de enfermos, ONGs ambientales, centros de investigación, etc.

El de los disruptores endocrinos es un tema muy candente en Europa en estos momentos, cuando una serie de naciones, como Suecia y Francia entre otras, están denunciando bien a las claras los incumplimientos de la Comisión Europea que está retrasando «inexplicablemente» las medidas que ya debería haber puesto en marcha, hace mucho, para identificar estas sustancias y actuar contra ellas a fin de proteger la salud de los ciudadanos.  A nadie escapa que los poderosos intereses económicos de la industria química están teniendo un importante papel en el retraso. Hasta ahora, según el parecer de muchos expertos, en la balanza de las decisiones de las autoridades parecían pesar más ésos beneficios particulares concretos que la salud de los europeos.

¿Cambiará la situación el saber que, tal y como muestran los datos referidos, no solo ya a nivel de salud sino en términos estrictamente económicos, la contaminación química hormonal puede ser un mal negocio para las arcas públicas europeas?.

El informe de HEAL parte de la constatación de hechos evidentes, como que las enfermedades relacionadas con las hormonas no paren de crecer en incidencia debido a la exposición a compuestos químicos imitadores de las hormonas que se encuentran en nuestros alimentos, bebida y productos cotidianos. Son sustancias que tenemos en nuestros cuerpos todos los europeos ya desde antes de nacer. Y concluye que si tan solo «una pequeña porción de los cánceres vinculados a las hormonas, la diabetes y la obesidad, así como la infertilidad, pudieran ser evitados reduciendo la exposición a los contaminantes disruptores endocrinos, podrían ahorrarse miles de millones de euros en costes por estas enfermedades y condiciones». Para esta entidad europea está claro: «un cambio en la política de sustancias químicas en Europa podría reducir los costes asociados con los casos de enfermedades vinculadas a las hormonas. La Unión Europea debería actuar ya».

Con todo, hay que decir que el informe presentado, si peca de algo sea, probablemente, de conservador. El cálculo se basa en una lista de enfermedades y problemas sanitarios que los científicos expertos en la investigación sobre disruptores endocrinos han identificado como relacionadas con el sistema endocrino. Entre ellos, problemas reproductivos y de fertilidad (incluyendo el bajo número de espermatozoides), anomalías del pene y los testículos en los niños pequeños, cánceres de mama, próstata y  testículos, desórdenes conductuales en los niños, tales como el autismo y el desorden de déficit de atención e hiperactividad (ADHD) o la obesidad y diabetes.

«Las tasas de muchos de estos problemas» -tal y como reseña HEAL-  «están incrementándose con rapidez. Por ejemplo, con la excepción de países que ya tienen una alta prevalencia como Holanda y Austria , todos los países de la UE están teniendo fuertes subidas en cáncer de próstata y los Estados Miembros del Este y Sur de Europa están asistiendo a un dramático incremento en el cáncer de mama». HEAL se basa en una infinidad de investigaciones que han llevado a importantes declaraciones científicas como la de Berlaymont.

También se refiere HEAL a que «la prevalencia del autismo y el ADHD es ahora alarmantemente alta. Además, los expertos dicen que los EDCs tienen un gran impacto en reducir el IQ (cociente intelectual) , lo cual impide que los niños alcancen su pleno potencial. Algunos de los daños originados por la exposición fetal a los EDCs  permanecen ocultos inicialmente para emerger más adelante en la vida, bajo la forma de cánceres vinculados a las hormonas o un peor recuento espermático».

A la hora de considerar por qué estas sustancias pueden causar tales efectos, a niveles a veces practicamente indetectables de concentración, ha de tenerse en cuenta que buena parte de los efectos se producen no sobre adultos sino sobre los embriones y fetos en desarrollo dentro de las madres cuando están formándose todos los órganos y funciones orgánicas (cerebro, aparato reproductor, funciones metabólicas,…). Y como el papel de las hormonas es clave en todo ello, la presencia de sustancias que interfieren con las hormonas, aún a muy bajas concentraciones, puede causar infinidad de alteraciones que frecuentemente se manifestarán en la infancia, pero otras veces, muchos años después, al llegar a adultos.

Por encargo de HEAL, el economista ambiental doctor Alistair Hunt, de la Universidad de Bath y la doctora Julia Ferguson, miembro visitante de la Escuela de Gestión de Cranfield en el Reino Unido, han calculado los costes totales asociados con estos problemas en 636 a 637 miles de millones de euros anuales. «Ello probablemente»- tal y como apunta HEAL- «sea una subestimación por varias razones, incluyendo el que muchos de los problemas sanitarios identificados no tienen datos disponibles».

La moderación del informe se expresa claramente al decir que «solo una parte de los costes de los problemas sanitarios vinculados a la disrupción endocrina pueden ser atribuidos a la exposición a EDCs» concediendo un papel relevante a otras causas como las genéticas o los del estilo de vida, tales como la dieta, el tabaco o la escasa actividad física, a pesar de que diversas declaraciones científicas, suscritas por importantes centros de investigación internacionales, e incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho notar que la «carga ambiental de enfermedad» causada por las sustancias químicas es probable que este siendo subestimada, como el propio informe señala.

El informe de HEAL señala que «un estudio reciente en los Estados Unidos situaba la contribución proporcional de solo una sustancia disruptora endocrina (el bisfenol A, BPA) a través de una sola vía de exposición (el bisfenol A que pasa a la comida desde envases alimentarios), y referido a un problema sanitario (obesidad infantil) en el 1.8% (5) .  Por lo tanto, parece razonable asumir que la proporción para la exposición a todos los EDCs pueda estar entre el 2 al 5%. Una contribución del 5% a los problemas sanitarios ligados a EDCs podria equivaler a aproximadamente 31.000 millones de euros anuales para los 28 países de la UE»

La evidencia que une a las sustancias imitadoras de las hormonas con los problemas de salud ha ido haciéndose cada vez más fuerte a lo largo de la última década, de acuerdo con el informe del año pasado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) . Como concluye claramente la más alta autoridad sanitaria internacional, la exposición humana a EDCs representa ahora una «amenaza global» que necesita ser afrontada.

Genon K Jensen, directora ejecutiva de HEAL dice que «una proporción de las crecientes tasas de enfermedades vinculadas a las hormonas a las que se asiste hoy en Europa son causados  probablemente por la exposición a sustancias químicas sintéticas que terminan en nuestros cuerpos y perturban nuestras hormonas. La Unión Europea debería anteponer la salud y retirar estas sustancias. Actuar rápidamente podría evitar un masivo sufrimiento humano y quizás tanto como 31.000 millones de euros anuales en costes sanitarios y de pérdida de productividad».

El informe de HEAL estima que las enfermedades vinculadas a las hormonas por todas las causas representan un coste de 58.000 millones de euros anuales tan solo en España. Si el 5% de ése total es directamente relacionado con la exposición a EDCs entonces el coste de esta exposición en España es de aproximadamente 2.900 millones de euros.

Recientemente 37 entidades españolas escribieron al Ministerio de Sanidad español reclamándole la adopción de medidas. Entre los firmantes estaban UGT. CC.OO , Científicos por el Medio Ambiente, Greenpeace, WWF, Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Fundación Vivo Sano, Fodesam, CECU, etc. y mostraban su apoyo a una misiva anterior de SESPAS, organización integrada por 12 sociedades científicas y 3800 profesionales y científicos de la salud pública en la que se denunciaba lo grave de la situación y se insistía en la necesidad de actuar. Hay así mismo varias proposiciones no de ley en el Congreso de los Diputados instando a la adopción de medidas sobre los disruptores endocrinos y más en particular sobre el más conocido de ellos, el bisfenol A, que aún esperan a ser debatidas en Comisión, después de que la Fundación Vivo Sano presentase una iniciativa para que, al igual que pasó en Francia, se decretase la prohibición de esta sustancia en cualquier tipo de envase en contacto con alimentos. Pero el tema no termina de abordarse por las autoridades.

HEAL está haciendo un llamamiento para que las leyes de la UE sean revisadas para reducir la exposición de las personas a los EDCs. La Unión Europea debería también habilitar un calendario específico para que las sustancias alteradoras hormonales sean identificadas y sustituidas por alternativas más seguras.

«Hace un año, esperábamos que la Comisión Europea propusiera un paquete de políticas sobre EDCs, incluyendo una nueva estrategia para abordar el tema. También se esperaba que pudiera ponerse en marcha una  propuesta sobre los criterios para identificar las sustancias con estas propiedades ya que las leyes de la Unión Europea sobre pesticidas y biocidas las prohíben. Todavía se espera ése paquete de medidas.

Como la ciencia sobre los efectos negativos de los EDCs continúa amontonándose, alguno países de la UE han dado un paso adelante para restringir estas sustancias disruptoras de las hormonas. Suecia está desafiando legalmente el retraso de la Comisión. Francia también está insistiendo en la necesidad de una acción urgente. Siguiendo al anuncio de su propia estrategia nacional sobre EDCs , la delegación francesa en la reunión del Consejo de Ministros de la última semana llamó la atención sobre los riesgos de estas sustancias en un movimiento que fue secundado por otros cinco países.  Mientras se retrasa una acción real sobre la reducción de la exposición, la gente continua pagando la factura con enfermedades», concluye la señora Jensen.

La UE ya ha emprendido algunas acciones regulatorias limitadas sobre los EDCs desde un punto de partida precautorio. Por ejemplo, las leyes europeas han prohibido el bisfenol A en las botellas de plástico de los biberones infantiles desde 2011, y algunos países europeos han adoptado otras restricciones nacionales sobre EDCs. Pero lo hecho es muy insuficiente y dista mucho de aproximarse a lo que debería hacerse ante un problema tan grueso

«Como ya se ha visto en otra ocasiones en el pasado» insiste HEAL «cuando se emprendieron la acciones regulatorias para proteger o mejorar la salud -incluso aunque no hubiese una certeza científica de los daños al 100%- la visión retrospectiva y la ciencia posterior han mostrado que estaba justificado. Los ejemplos de ello incluyen los controles tempranos del tabaquismo, los cuales fueron introducidos antes de que los científicos fuesen capaces de dar una explicación biológica del nexo causal».

Fuente: estrelladigital.es