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Fusión Bayer-Monsanto: un tercio de semillas y pesticidas en manos de un monstruo monopolista

Fusión Bayer-Monsanto: un tercio de semillas y pesticidas en manos de un monstruo monopolista

La Comisión Europea ha abierto la puerta a que emerja un gigante en la agricultura que se mira con recelo. Europa ha aprobado la compra de Monsanto por parte de Bayer a cambio de 66.000 millones de dólares, unos 53.800 millones de euros.

La adquisición podría suponer tener delante al mayor jugador del mundo en el negocio de vender semillas y pesticidas y reducir a unas pocas manos el control de la cadena alimentaria. Ahora se gira la cabeza hacia Estados Unidos y Rusia, los últimos obstáculos para frenar o autorizar esta fusión. China, Brasil y otros treinta reguladores ya han dado el visto bueno.

El beneplácito de Bruselas -eso sí- viene con condiciones. Uno de los mayores temores era que la concentración supusiera una subida de precios a los agricultores. Como remedio, la comisaria antimonopolio de la UE, Margrethe Vestager, propone obligar al gigante a deshacerse de activos por valor de 6.000 millones de euros: entre otras cosas, Bayer deberá vender sus negocios de colza, algodón, soja y trigo.

«Nos hemos asegurado de que la cantidad de jugadores globales que compiten activamente en estos mercados siga siendo la misma», comunicó la comisaria. «Eso es importante porque necesitamos competencia para garantizar que los agricultores puedan elegir entre diferentes variedades de semillas y pesticidas a precios asequibles», indicó.

No se muestran igual de conformes rivales en el sector, algunos agricultores, ecologistas y organizaciones civiles. «Este es un matrimonio hecho en el infierno», salió a declarar Nick Flynn, director de la organización ambiental y civil Avaaz.

El problema radica en que en los últimos años se ha asfixiado el mercado agrícola. Además de Bayer-Monsanto, que si se unen serían el actor principal, se han dado dos grandes asociaciones: los productores de semillas genéticamente modificadas Dow y Dupont o la fusión de ChemChina y Syngenta. A Bayer le interesa Monsanto porque en los campos de cultivos juegan los grandes y él puede ser mayor.

“Van a determinar cómo va a ser la agricultura del futuro. Las voces alternativas se acallan, a pesar de que la ciudadanía empuja hacia una alimentación más responsable con el medio ambiente y la salud de las personas”, critica Luís Ferreirim, de Greenpeace España.

La fusión de Bayer-Monsanto tendría el control del 30% del mercado de las semillas y en torno al 20% del mercado de los pesticidas.

Con el glifosato… ¿qué?

A salvo podría quedar una alternativa para el controvertido glifosato. Una de las mayores preocupaciones era que Bayer condicionara la búsqueda de un sustituto al pasar a hacerse con el producto estrella de Monsanto. El herbicida es el más usado en Europa y con frecuencia en el resto del mundo, pero está bañado en dudas. La OMS lo califica como “potencialmente cancerígeno”. El Parlamento Europeo -órgano diferente a la Comisión Europea- incluso tiene vetados a los lobbies de Monsanto en sus salas después de que se negaran a comparecer en una audiencia. Mientras, Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas alega que no hay pruebas sobre su peligrosidad.

Como remedio, la Comisión Europea obliga a Bayer a vender el herbicida rival al glifosato -llamado glufosinato- que comercializa hasta ahora y entregárselo a la compañía química alemana BASF. También se le fuerza a vender todas las investigaciones que hubiera hecho sobre herbicidas alternativos para propiciar que esos estudios continúen y se metan en cajones.